El 5 de marzo, con motivo de la campaña del 8M de 2023 del Espacio de Feminismo Unitario de Granada, del que formamos parte, participamos en un acto sobre represión y género. Aquí os dejamos algunas de las ideas que compartimos:
Ser sindicalista está atravesado por el miedo a la represión. Siempre. Convivimos con eso, porque sabemos que organizarse en el puesto de trabajo puede tener consecuencias, y muchas veces las tiene. Consecuencias que, evidentemente, enfrentamos en colectivo porque sabemos que en la defensa de los derechos de las trabajadoras no hay que dar un paso atrás.
A pesar de que el sindicalismo clásico es una herramienta muy vinculada a la masculinidad, también sabemos que el modelo sindical de CNT incorpora una perspectiva feminista clara, ya que la acción directa, el apoyo mutuo y la propia representación de las trabajadoras en las secciones sindicales, sin delegar la voz en nadie, son herramientas que las feministas conocemos muy bien. Así pues, aunque seguimos trabajando en que CNT sea un sindicato donde las mujeres y otras identidades nos sintamos seguras, y aún con muchos retos por delante, sabemos que es un espacio de autoorganización en que encontramos la forma de mejorar nuestras condiciones, donde encontrar apoyo y acuerparnos.
En CNT Granada más de la mitad de la afiliación somos mujeres y casi la totalidad de los conflictos, tanto colectivos como individuales, los estamos protagonizando nosotras. Y a nadie se le escapa que, cuando el músculo de las trabajadoras es potente, la represión que recibimos es feroz, normalmente en forma de despidos y de acoso.
Con seguridad, el caso más sangrante que nos está tocando vivir a toda la organización es el de las 6 de La Suiza, nuestras compañeras de CNT Xixón que están a expensas de que el Tribunal Superior de Justicia admita el recurso presentado por el sindicato. De no ser así, tendrían que cumplir la condena que se les impone de tres años y medio de prisión a cada una por hacer sindicalismo. Y es el más sangrante no solo porque supone un serio ataque a quienes nos organizamos en la calle y al sindicalismo en general, sino porque también tiene un claro sesgo de género: la trabajadora que acude en 2017 al sindicato de CNT Xixón, y que es una de las 6 condenadas, es una mujer que entonces acababa de ser madre; es una mujer vulnerable, explotada y víctima de acoso sexual laboral.
No me cabe duda de que hay que sacar hacia fuera todo esto que nos pasa como sindicalistas. Y el calor del 8m en Granada ha sido una buena oportunidad para reflexionar en colectivo sobre cómo la represión se ejerce sobre aquellas personas más vulnerables y cómo el hecho de buscar ayuda, de querer salir adelante en compañía de otras trabajadoras, de otras mujeres, pone en tela de juicio al sistema capitalista patriarcal al que no le tiembla el pulso a la hora de ejercer su violencia. El mismo trabajo asalariado es violento para nosotras, pero aún lo es más porque se apoya en sus cómplices: el patriarcado, la justicia machista, la policía y los medios de comunicación que crean un relato de delincuencia contra quien se organiza.
Donde hay explotación y represión, hay resistencia. Y donde hay resistencia, nos cuidamos y protegemos. Como dicen las compañeras de La Suiza: “NOS CONDENAN POR SER MUJERES QUE CUIDAN DE MUJERES, POR SER APOYO, POR NO CALLAR. NOS CONDENAN PORQUE NO NOS CONFORMAMOS, PORQUE NI NUESTRO CUERPO, NI NUESTRA DIGNIDAD ESTÁN EN VENTA. NOS CONDENAN PORQUE, AUN CON MIEDO, NO RETROCEDEMOS”.